
"...A mí la guaracha me pone triste. Pero triste de triste. Triste de no sé qué. Parece que las maracas revolvieran en el fondo de mi pecho una culebra ardiente. Y luego una como espada de fuego se me clavara en la garganta. Y apenas si puedo decir tu nombre: Juanita. Juanita. Juanita. Y lo digo como si tomara un poco de miel quemante".
Oswaldo Reynoso, Los inocentes
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