Wednesday, May 16, 2007


"Por favor, Dios mío, haz que me telefonee ahora. Oh, Dios, que me llame. No te pediré nada más, te lo prometo. Me parece que no es pedir demasiado. Te costaría tan poco, Dios mío, concédeme esta pequeñez... Que me telefonee ahora mismo, nada más.
Si no pensara en ello, tal vez sonaría el teléfono, como sucede a veces. Si pudiera pensar en otra cosa, lo que fuera. Quizá si contara hasta quinientos de cinco en cinco, el timbre sonaría cuando terminara. Contaré lentamente, no quiero hacer trampa, y si suena cuando llegue a trescientos no pararé; no responderé hasta llegar a quinientos...
...Me temo que ni siquiera sabe lo que siento. Ojalá pudiera saberlo sin que yo se lo dijera. No les gusta que les digas que te han hecho llorar, que eres desgraciada por su culpa. Si les dices eso, piensan que eres posesiva y cargante. Y entonces te aborrecen. Te detestan cuando les dices lo que realmente piensas. Siempre tienes que hacer un poco de comedia. Creí que en nuestro caso no era necesario, pensé que lo nuestro era muy serio y podía expresar abiertamente lo que quisiera. Supongo que eso nunca es posible, que la relación nunca es tan seria como para admitir una sinceridad absoluta. Ah, si él me telefoneara le hablaría de lo triste que me he sentido...
...Pensaré en alguna otra cosa. Me quedaré sentada, sin moverme. Si pudiera permanecer sentada e inmóvil... Tal vez podría leer, pero todos los libros tratan de seres que se aman, fiel y dulcemente. ¿Para qué querrán escribir sobre eso? ¿No saben que es mentira, un condenado embuste? ¿Para qué tienen que hablar de eso cuando saben cómo duele? Malditos, malditos sean".

Dorothy Parker, Una llamada telefónica
Pic Erin Nelson