Sunday, July 17, 2011


I

No es indispensable, poeta, que la escriba.

Su elegía.

No va a ayudarla a morir con eso.

No va a enterrarla más.

Si acaso a medio desenterrarla. Un pie

sólo entre terrones de humus en el Museo de Cera.

Deje que escriban otros su obituario.

Un redactor de la revista Gente dice:

"gozó de la amistad de Octavio Paz y Julio Cortázar".

Seguramente ellos –y otros

menos célebres pero considerables,

que también fueron sus amigos, escribirán.

Y los que no lo fueron ni cruzaron palabra con ella,

pero dirán, ahora que no puede desmentirlos: Ah, sí,

Alejandra, Sacha, siempre sin un real, "fauchee".

Cuantas veces nos encontramos se sentó a mi mesa

y le invité a tostadas y té verde.

II

Tendría que encontrar primero un buen epígrafe.

Luego, ¿qué género emplearía?

El coloquial: Cuando enlazados

bajo un solo abrigo, el tuyo, los pies helados,

volvíamos a la pensión desde la plaza de Saint

Germain a la rue de l’Ambre… o: Subías hacia mi

ágilmente los peldaños del Metro, sin aliento,

porque se hacía tarde y nos perdíamos de ver

"L’ Age d’Or…"?

III

No vale la pena.

Como los intimistas malolientes, traperos

de poemas hediondos a ropa sucia, cuando hay

que revolverla toda hurgando

para buscar en un bolsillo algo extraviado?

Nunca.

Las sábanas de los suicidas están siempre limpias.

Se duchan antes del acto. Una ducha corta y enérgica.

Yo sé algo de ellos.

Seres que invocan el silencio y ruido reciben

en respuesta.

Y los más allegados, los primeros en hacer más ruido.

¿Qué podría decirnos de esta muchacha, apenas humana

para lo demasiado demasiado humana que ella quería ser?

¿Qué va usted a decirle a quien quiso entrar en el silencio?

IV

Poeta, he venido a exhortarle induciéndole

con palabras y ruegos a no escribir ninguna elegía

por su amiga Alejandra Pizarnik.

Le expuse mis razones.

Ahora, con su permiso, me retiro.

Al poeta nicaragüense Francisco Valle, exhortándolo a que no escriba su correspondiente elegía a Alejandra Pizarnik, Carlos Martínez Rivas