Tuesday, August 22, 2006


"... Ocúpate sólo de ver si aparece un pez banana. Hoy es un día perfecto para los peces banana.
--No veo ninguno --dijo Sybil.
--Es posible. Sus costumbres son muy curiosas. Muy curiosas.
Siguió empujando el flotador. El agua le llegaba al pecho.
--Llevan una vida muy triste. ¿Sabes lo que hacen, Sybil?
Ella negó con la cabeza.
--Bueno, te lo explicaré. Entran en un pozo que está lleno de bananas. Cuando entran, parecen peces como todos los demás. Pero, una vez dentro, se portan como cochinos, ¿sabes? He oído de peces banana que han entrado nadando en pozos de bananas y llegaron a comer setenta y ocho bananas --empujó el flotador y a su pasajera treinta centrímetros más hacia el horizonte--. Claro, después de eso engordan tanto que ya no pueden salir. No pasan por la puerta.
--No vayamos tan lejos --dijo Sybil--. ¿Y qué pasa después con ellos?
--¿Qué pasa con quiénes?
--Con los peces banana.
--Bueno, ¿te refieres a después de comer tantos plátanos que no pueden salir del pozo?
--Sí --dijo Sybil.
--Mira, lamento decírtelo, Sybil. Se mueren".

J.D. Salinger, "Un día perfecto para el pez banana", de Nueve cuentos

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